miércoles, 11 de septiembre de 2013


EL ARTE DE LA  BELLEZA INNATURAL
Durante mucho tiempo la belleza femenina  ha sido un tema de discusión en diversas esferas sociales, la pregunta por ésta y su percepción humana conlleva a un  cuestionamiento inherente sobre su origen.  Sócrates – por ejemplo - dijo alguna vez que la belleza de la mujer se halla iluminada por una luz que nos lleva y convida a contemplar el alma que tal cuerpo habita, y si aquélla es tan bella como ésta, es imposible no amarla; imprimiendo a ésta  una visión ideal asociada necesariamente al  alma humana; sin embargo, es evidente, su espíritu mutable en la historia haciendo una presencia innatural más como símbolo sexual que obedece a las necesidades de determinada época. En el  presente ensayo se hará un recorrido por el arte y la presencia de la mujer en diversas obras pictóricas y escultóricas centrándose en la idea de la imposición de la percepción de la belleza través de la historia y su influencia cultural y artística.
La visión de la Grecia clásica y romana  ofrecía una perspectiva de la figura femenina asociada al mito. La representación de la mujer no solo se relacionaba a una estética particular de la época sino que ésta debía ir relacionada a unas cualidades específicas de las deidades entre las cuales resaltaban la fertilidad, la sexualidad, la inteligencia y el matrimonio.






La Hera Campaña. Copia romana en mármol del original griego, siglo II (?).


Procesión de las Panateneas
Creada por Fidias  V a. C. 
 En la obra la procesión de panateneas como se puede observar representa el ideal de belleza griego fundamentado en el naturalismo idealizado, se destacan las formas etéreas y armónicas con claro detalle en el ropaje resaltando la voluptuosidad y solemnidad asociada a la religiosidad. Por consiguiente, la figura refleja la concordia del cuerpo con la dignidad del espíritu.
La mutabilidad de la figura femenina permite inferir que la concepción de la belleza figurativa es creada y por lo tanto impuesta, es así como no existe un innatismo en ella,  si no que  por el contrario surge casi de forma innatural,  la mujer es objeto de deseo puesto que cumple los cánones estéticos de una época determinada desfigurada por los procesos de representación cultural.
La figura  femenina cambiante continúa  en la edad media; la belleza no podía ser concebida  desligada del pensamiento de pureza y el goce místico;  como lo afirmaría Umberto Eco: “… Lo bello era un valor, debía coincidir con lo bueno, con lo verdadero y con todos los demás atributos del ser y de la divinidad. La edad media no podía, no sabía pensar en una belleza “maldita” o como hará el siglo XVII, en la belleza de satanás” [1]
La obra de arte medieval debe responder al ideal de belleza virginal  ya que ésta percepción estética  sitúa a la mujer cercana a  Dios, en consecuencia, la figura femenina debe reflejar la posibilidad de fecundar en su espíritu noble.  En los sermones de maestro Eckhart  (Teólogo y filósofo  1260 – 1328) exaltaría la virginidad como cualidad casi divina en uno de sus escritos: “Una virgen que es mujer es libre y está desapegada de lo propio y siempre se halla tan cerca de Dios como de sí misma. Da muchos frutos, y son grandes, ni más ni menos que Dios mismo.”[2]
The Last Judgment and the Mass
of Saint Gregory, 1500-1520                          Virgen con niño  bizantina S.  XII

La mujer de la edad media debe entonces recrear una belleza alusiva a una mansedumbre virtuosa para cobrar valor dentro de la sociedad oscurantista.

El renacimiento fue el resurgir para la humanidad una vez superado el oscurantismo se retoma la filosofía, las ciencias. Vuelven a  los griegos, pero, si bien se plantea este resurgimiento es innegable que todavía prevalecen ideas etnocentristas sobre la mujer recatada, virginal y sumisa. En parte, esto es gracias a las tradiciones judeo-cristianas de la época, los griegos no veían mal el desnudo a diferencia de los judeo-cristianos que asimilaron el desnudo con el mal. Por mucho tiempo el hombre ha sido un ser activo siempre en movimiento por el contrario la mujer denota la sumisión  y la  obediencia, lo paradójico, es que en esta época pos oscurantista la mujer adquiere un papel activo y el hombre pasivo a los ojos del pecado. Fue Eva quien condeno a la humanidad, fue Helena y su lujuria el detonante de una guerra de dos grandes potencias. Las únicas mujeres que se salvaban del prejuicio eran aquellas que se dedicaban a la vida religiosa. La evolución social permite cambios pequeños la mujer si bien está sometida a reglas que la reprime ya goza de alma y de allí la inquisición y su afán por salvar su espíritu inmortal.

Sandro Botticelli (italiano, 1445-1510). La Virgen y el Niño con San Juan Bautista
Botticelli-Nacimiento de Venus.

El inicio de las grandes revoluciones  entre ellas la francesa marcaría un hito diferente entre lo que sería la imagen de la mujer en el arte ilustrado. Ya no solamente tiene alma como lo propone el renacimiento sino que de alguna manera se le imprime una figuración intelectual. La mujer asume el ideal divulgado en las obras de arte. La circulación de las ideas ilustradas ponen en la mesa el discurso sobre la mujer; por primera vez ésta es pensada, representadas oníricamente, estudiada e incluso hasta temida.  La diferencia sexual fue materia de estudio, los discursos masculinos buscaban moralizar y moldear el  comportamiento   femenino, no desde una perspectiva eclesiástica sino desde la razón.  Aunque era una época de renovación del pensamiento aún continuaba la subordinación no solo en el orden familiar sino también político.

El ideal de la mujer virtuosa lleva por ejemplo a  Rousseau[3], a escribir y elaborar estrategias para la  educación de la mujer (Sofía), la cual, puede controlar sus pasiones sexuales aliviadas  a través del matrimonio.  “… Por la misma ley de la naturaleza, las mujeres… están a merced del juicio de los hombres… no les basta
con ser bellas,  toda la educación de las mujeres debe referirse a los hombres. Agradarles, serles útiles, hacerse amar y honrar por ellos, educarlos de jóvenes, cuidarlos de adultos, aconsejarlos, consolarlos, hacerles la vida agradable y dulce: he ahí los deberes de las mujeres en todo tiempo, y lo que debe enseñárseles desde su infancia” [4]

El arte no fue ciego a estos cambios y de nuevo cayó en el juego de transfigurar la estética femenina con  la necesidad social enfatizando precisamente en esa diferencia física, emocional, anatómica, intelectual y política   frente al hombre. En consecuencia,  la figura femenina termina siendo el constructo masculino que la somete de nuevo  a una  reclusión doméstica.  Es importante aclarar que el discurso de la desigualdad entre hombres y mujeres fue el origen precisamente de otras voces, aunque minoritarias,  que proclamaban la igualdad de ambos sexos y el resurgir femenino que se desarrollará años más tarde. 

En las pinturas de la ilustración aparecen mujeres laboriosas, las cuales,  se cultivan  en las artes o cualquier otro oficio que congracie a los hombres. Por otra parte, el matrimonio es un motivo que aparece en el siglo XVIII, para ser plasmado en las obras pictóricas.

Marquesa de Santa Cruz. Francisco de Goya
La boda. Francisco de Goya.
Joshua Reynolds (1723-1792). The Children of Edward Holden Cruttenden

Las manifestaciones artísticas nunca han sido ajenas a la realidad siempre han ido de la mano,  ya que una es inspiración de la otra, se reconoce que a lo largo de la historia han habido evoluciones con las técnicas de como plasmar aquello  que se captura por medio de los sentidos: la tridimensionalidad, luces y sombras, textura, entre otros. Sin embargo, son pocas las obras artísticas anteriores a la revolución francesa que reflejan la realidad caótica y desigual por parte de la aristocracia y la religión. Los hechos mencionados da como resultado la decadencia de la aristocracia y el resurgimiento de la clase burguesa, por consiguiente, las nuevas ideas políticas revolucionarias trajeron al mundo una nueva forma de ver la vida, otras oportunidades para la mujer, esto, solo era una fachada para poder explotar más a hombres y mujeres en el nuevo mundo industrial.

Este discurso de la revolución francesa enaltece la figura de la mujer: la idealista, la  revolucionaria, la luchadora, la heroína, la trabajadora y la mujer igual al hombre. “Liberté, égalié, fraternite”[5] unió a los hombres y las mujeres para luchar juntos en contra de la diferencia de clases sociales, esto, no le dio a la mujer completa libertad y autonomía pero si fue uno de los grandes pasos para la lucha y la igualdad de género.

La libertad guiando al pueblo
Eugène Delacroix







Lo paradójico de la revolución francesa es que si bien promulga la libertad y da pasó a la revolución industrial, la mujer que era la heroína se convierte en uno más de los obreros de las fábricas. Es difícil hablar del canon de belleza femenino de esta época no porque no exista, sino, por las fuertes contradicciones políticas y económicas de la época, ya que, se promulgaba unos principios y se hacían otros, se hablaba de la igualdad pero de nuevo se marcaba la desigualdad, se hablaba de dignidad y se vivía en humillación, se hablaba de riqueza y abundaba la pobreza, se hablaba de condiciones justas de trabajo e imperaba la esclavitud, se habla de igualdad de género y regía la opresión y el machismo. La añoranza de la mujer con valores, virginal, obediente, dedicada y de la casa todavía se promulga en los siglos XIX y XX gracias a instituciones religiosas y conservadoras estas nunca dejaron de tener poder, solo, bajaron el perfil y se contrapusieron aquellas ideas liberales promulgando que el cambio es malo y que la gente del pasado era mucho mejor de lo que se vive ahora, todo un discurso para conservar el poder que ellos han forjado en toda la historia.

“En el siglo XIX crece el número de mujeres dedicadas al arte y se afirma en la sociedad la idea de la mujer artista, pero es un siglo de grandes contradicciones pues, si bien la mujer va adquiriendo derechos sociales, laborales, económicos, por otro lado el restrictivo modelo femenino victoriano relega a la mujer al papel de esposa, madre y ángel del hogar.”[6]
Los cambios significativos en el arte es que en los siglos XIX y XX es consolidación de las vanguardias y en el caso de los sexos las primeras mujer como artistas. Es importante reconocer que en estas sociedades modernas producto de las revoluciones el tema de la educación era muy delicado, puesto que, no todos los miembros de la sociedad “debían” educarse y darle la oportunidad a la mujer de subir de nivel académico y laboral era un arma de doble filo, su ventaja era la implementación de personal mas capacitado para la producción y su desventaja desde un punto de vista machista es que la mujer  estaba en condiciones de igualdad con el hombre. Este cambio no se iba dar de la noche a la mañana, la educación que recibía la mujer estaba más dirigida al hogar y a los textiles. La sociedad imperante no presta mucha atención al mundo del arte y a la mujer subvalorada en sus capacidades le permiten inmiscuirse en esta actividad dándole un medio en donde ella puede manifestar todo lo que sabe y siente.  Las universidades y escuelas de arte reservados a este cambio permiten que mujeres estudien ciertas carreras y con una matrícula más costosa comparada con los hombres.
La mujer alcanza en el siglo XX un lugar en los terrenos sociales y políticos similares al hombre; en occidente adquirieron derechos legales y reproductivos,  en consecuencia, lograron alcanzar una educación de más alto rango e incluso posiciones sobresalientes en las empresas. No obstante, a pesar de recoger muchos frutos en el terreno de la igualdad de género la belleza sigue dictada por patrones externos a la naturalidad y nuevamente la libertad femenina vuelve a ser encarcelada en lo que es la representación de la belleza actual. “…La belleza, es un modelo cambiario como el patrón del oro. Como cualquier economía, está determinada por la política y en la era moderna occidental es el último y mejor de los sistemas de creencias que mantiene intacta la dominación masculina. Al asignar valor a las mujeres en una jerarquía vertical de acuerdo a una norma física impuesta culturalmente, se expresan relaciones de poder en las cuales las mujeres deben competir por los recursos que los hombres se han apropiado.”[7] 
La figuración  de la mujer en el arte de finales del siglo XIX y el siglo XX  continúa siendo una representación androcéntrica que obedece a los estereotipos y al desconocimiento de ella llevando a plasmar una ideal de belleza a partir del deseo e inclusive desde el temor de lo que para ellos no debería ser una mujer.  Un ejemplo claro es descrito por el autor Michelle Perrot[8] al analizar la obra  la danza de la vida  de Eduard Munch  (1899 – 1900 ) en su obra Muestra  las tres etapas por las cuales una mujer pasa,  desde el deseo primario de la mujer virginal  hasta el desdén absoluto en su madurez  por parte  del hombre.  Es de anotar también, que en muchas de las obras por el florecimiento de la prostitución en las grandes ciudades  y el deseo sexual asociado al erotismo plasmaron mujeres con el estereotipo de meretrices.
La danza de la vida  de Eduard Munch  (1899 – 1900)

 

Woman Pulling up Her Stockings                       Gran desnudo americano  Tom Wesselmman (1970)
Henri De Toulouse-Lautrec (1864- 1901)

La historia de la mujer en el arte nos lleva a varias conclusiones, la más importante es que la belleza de la mujer como en otros aspectos es una construcción cargada de valores, ideologías y de costumbres que predominan en una sociedad; dándole a la belleza propiedades innaturales, ya que, si fuera natural sería el mismo canon de belleza para todos sin importar la época. Como ya lo mencionamos, la belleza defiende culturas e ideologías por este motivo muchas mujeres siguieron estas reglas de belleza  para ser admitidas en la sociedad puesto que de no hacerlos serían excluidas y en el peor de los casos asesinadas.

La belleza se ha movido desde dos planos el material y el espiritual, el primero  se configura en formas, siluetas, rasgos y texturas siendo más fácil  de captar por medio de los sentidos. En segunda medida el plano espiritual hace referencia a  la verdadera belleza en la cual está dios en el control de sus ideas bondadosas, la castidad y la obediencia; La humanidad, entonces,  se inclina a ideas muy conservadoras negando la belleza captada por medio de los sentidos – atribuida al demonio ya que emanaba el pecado. Como en el mito de Atlas el titán que cargaba en su espalda el peso del mundo a las mujeres les toco cargar el peso de las ideas religiosas, para posterior a ellos encontrar una libertad la cual en realidad no era más  que una mudanza de paradigma, cambiar un opresor por otro.

La lucha por la igualdad tomaría mucho tiempo y sacrificios, gracias al arte encontramos un registro histórico de lo que ha sido la evolución de la mujer y sus diferentes significados, una herramienta, una manifestación y un recurso para la lucha en búsqueda de la igualdad. Para finalizar la belleza es transmutada  y  cambia de acuerdo a la época; respondiendo  a unas necesidades propias del tiempo y el espacio. Como en el mito de Helena muchos hablaran de ella, querrán tenerla y al encontrarla ya perderá todo fin y propósito… se  buscará en otra parte a otra Helena.







Bibliografía

·         Eckhart, Maestro., El fruto de la nada y otros escritos.  Editorial ciruela. España 236 págs.
·         Perrot, Michelle. La mujer en el discurso europeo del siglo XIX, Taurus, Madrid 1993.
·         Rousseau, Jean-Jacques.  El Emilio o  La Educación.  Editorial Porrúa. España 500 págs.
·         Umberto Eco.  Arte y belleza en la estética medieval.  Editorial de bolsillo. España  272 págs.
·         Wolf,  Naomi, el mito de la belleza. Editorial Salamandra. España. 1992 Págs. 384.

Cibergrafía









[1] Umberto Eco.  Arte y belleza en la estética medieval
[2] Eckhart, Maestro., El fruto de la nada y otros escritos.
[3] El Emilio o La Educación de Jean-Jacques Rousseau
[4] Ibídem
[5] “Libertad, Igualdad, Fraternidad” Principios rectores de la revolución francesa.
[7] El Mito de la belleza. Naomi Wolf.
[8] “La mujer en el discurso europeo del siglo XIX”  Michelle Perrot.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Justificación
Una de las historias de la mitología griega que hablan de la mujer, la belleza, la pasión, la sociedad, la guerra, lo ideal y la codicia de los hombres y de los dioses es el mito de Helena de Troya. Una mujer que gracias a su belleza puso en guerra al hombre por más de diez años, muchos de ellos cayeron encantados por su belleza y a la vez derrumbaron a otros  manchándose de sangre solo por la belleza de Helena.
La belleza de Helena era tan grande como las diosas, rompía con el mundo de las ideas para los seres divinos su existencia era una blasfemia y a pesar de ello siguió viviendo para encantar al hombre. Helena no era la única mujer en el mundo, ella como las otras  tenían brazos, piernas, rostro, cabello, ojos, nariz, boca, senos, espalda. Pero… ¿qué la hacía a ella diferente, especial, única e irrepetible  con respecto  las otras mujeres del mundo?  
El hombre de la antigüedad pudo haberse evitado muchos problemas lo único que debía hacer era sacrificar a Helena, apagar su vida, y vivir con normalidad en equilibrio, sin embargo;  nadie aseguraría que el día de mañana naciera otra mujer la cual  fuera más hermosa que Helena, porque, ella no es una mujer que sencillamente nace hermosa por obra y gracia de las deidades, ésta es construida como la belleza se construye,  según un tiempo y un espacio.
La caída de Helena trata de representar  como se  derrumba ella,  Para que el día de mañana se corone otra con atributos distintos a la anterior. La belleza es transitoria,  las primeras comunidades buscaban una mujer fértil de grandes proporciones caderas y senos representando la fertilidad de la madre naturaleza. En la edad de oro de los griegos lo importante era el ideal y las obras buscaban retratar ese referente estético; ejemplo de ello es la Venus de Milo escultura creada entre el siglo IV y el siglo II  a C. Que muestra a una mujer hermosa semidesnuda,  la cual,   contrasta radicalmente con  las vírgenes hechas por las primeras comunidades cristianas y la edad media.  El resurgimiento de la mujer voluptuosa en el renacimiento y su trasformación  a  la  delgada con curvas o  flaca.  La belleza responde a la ley de la materia ella no se destruye solo se transforma y sin límites cambiara hasta que el hombre deje de existir.

La caída de Helena es un espacio de reflexión e intervención de la mujer y su representación en el arte. 

sábado, 7 de septiembre de 2013

Objetivo general:

Identificar en la sociedad occidental actual el cambio y permanencia de ciertos referentes estéticos femeninos reflejados en el arte a través de la historia.

Objetivo especifico:
  1. Descubrir  los diversos cánones de belleza femeninos plasmados en el arte a través de la historia.
  2. Señalar las diversas percepciones culturales con respecto a la mujer  construidas a lo largo de la historia y reflejadas en el arte.
  3. Describir en la historia del arte la mujer como obra escultórica y pictórica.
  4.  Analizar algunas artistas  femeninas y sus obras.