EL ARTE DE LA BELLEZA INNATURAL
Durante
mucho tiempo la belleza femenina ha sido
un tema de discusión en diversas esferas sociales, la pregunta por ésta y su
percepción humana conlleva a un
cuestionamiento inherente sobre su origen. Sócrates – por ejemplo - dijo alguna vez que
la belleza de la mujer se halla iluminada por una luz que nos lleva y convida a
contemplar el alma que tal cuerpo habita, y si aquélla es tan bella como ésta,
es imposible no amarla; imprimiendo a ésta
una visión ideal asociada necesariamente al alma humana; sin embargo, es evidente, su
espíritu mutable en la historia haciendo una presencia innatural más como
símbolo sexual que obedece a las necesidades de determinada época. En el presente ensayo se hará un recorrido por el
arte y la presencia de la mujer en diversas obras pictóricas y escultóricas centrándose
en la idea de la imposición de la percepción de la belleza través de la
historia y su influencia cultural y artística.
La
visión de la Grecia clásica y romana ofrecía una perspectiva de la figura femenina
asociada al mito. La representación de la mujer no solo se relacionaba a una
estética particular de la época sino que ésta debía ir relacionada a unas
cualidades específicas de las deidades entre las cuales resaltaban la
fertilidad, la sexualidad, la inteligencia y el matrimonio.
Procesión de las Panateneas
Creada por Fidias V a. C.
En la obra la procesión de panateneas como se
puede observar representa el ideal de belleza griego fundamentado en el
naturalismo idealizado, se destacan las formas etéreas y armónicas con claro
detalle en el ropaje resaltando la voluptuosidad y solemnidad asociada a la
religiosidad. Por consiguiente, la figura refleja la concordia del cuerpo con
la dignidad del espíritu.
La
mutabilidad de la figura femenina permite inferir que la concepción de la
belleza figurativa es creada y por lo tanto impuesta, es así como no existe un
innatismo en ella, si no que por el contrario surge casi de forma
innatural, la mujer es objeto de deseo
puesto que cumple los cánones estéticos de una época determinada desfigurada
por los procesos de representación cultural.
La
figura femenina cambiante continúa en la edad media; la belleza no podía ser
concebida desligada del pensamiento de
pureza y el goce místico; como lo
afirmaría Umberto Eco: “… Lo bello era un valor, debía coincidir con lo bueno,
con lo verdadero y con todos los demás atributos del ser y de la divinidad. La
edad media no podía, no sabía pensar en una belleza “maldita” o como hará el
siglo XVII, en la belleza de satanás” [1]
The Last
Judgment and the Mass
of Saint Gregory, 1500-1520 Virgen con niño bizantina S.
XII
La mujer de
la edad media debe entonces recrear una belleza alusiva a una mansedumbre
virtuosa para cobrar valor dentro de la sociedad oscurantista.
El renacimiento fue el resurgir para la humanidad una vez superado
el oscurantismo se retoma la filosofía, las ciencias. Vuelven a los griegos, pero, si bien se plantea este
resurgimiento es innegable que todavía prevalecen ideas etnocentristas sobre la
mujer recatada, virginal y sumisa. En parte, esto es gracias a las tradiciones
judeo-cristianas de la época, los griegos no veían mal el desnudo a diferencia
de los judeo-cristianos que asimilaron el desnudo con el mal. Por mucho tiempo
el hombre ha sido un ser activo siempre en movimiento por el contrario la mujer
denota la sumisión y la obediencia, lo paradójico, es que en esta
época pos oscurantista la mujer adquiere un papel activo y el hombre pasivo a
los ojos del pecado. Fue Eva quien condeno a la humanidad, fue Helena y su
lujuria el detonante de una guerra de dos grandes potencias. Las únicas mujeres
que se salvaban del prejuicio eran aquellas que se dedicaban a la vida
religiosa. La evolución social permite cambios pequeños la mujer si bien está
sometida a reglas que la reprime ya goza de alma y de allí la inquisición y su
afán por salvar su espíritu inmortal.
Sandro Botticelli (italiano, 1445-1510). La
Virgen y el Niño con San Juan Bautista
Botticelli-Nacimiento
de Venus.
El
inicio de las grandes revoluciones entre
ellas la francesa marcaría un hito diferente entre lo que sería la imagen de la
mujer en el arte ilustrado. Ya no solamente tiene alma como lo propone el renacimiento
sino que de alguna manera se le imprime una figuración intelectual. La mujer
asume el ideal divulgado en las obras de arte. La circulación de las ideas
ilustradas ponen en la mesa el discurso sobre la mujer; por primera vez ésta es
pensada, representadas oníricamente, estudiada e incluso hasta temida. La diferencia sexual fue materia de estudio, los
discursos masculinos buscaban moralizar y moldear el comportamiento femenino, no desde una perspectiva
eclesiástica sino desde la razón. Aunque
era una época de renovación del pensamiento aún continuaba la subordinación no
solo en el orden familiar sino también político.
El
ideal de la mujer virtuosa lleva por ejemplo a
Rousseau[3],
a escribir y elaborar estrategias para la
educación de la mujer (Sofía), la cual, puede controlar sus pasiones sexuales
aliviadas a través del matrimonio. “… Por la misma ley de la naturaleza, las
mujeres… están a merced del juicio de los hombres… no les basta
con
ser bellas, toda la educación de las
mujeres debe referirse a los hombres. Agradarles, serles útiles, hacerse amar y
honrar por ellos, educarlos de jóvenes, cuidarlos de adultos, aconsejarlos,
consolarlos, hacerles la vida agradable y dulce: he ahí los deberes de las
mujeres en todo tiempo, y lo que debe enseñárseles desde su infancia” [4]
El
arte no fue ciego a estos cambios y de nuevo cayó en el juego de transfigurar
la estética femenina con la necesidad
social enfatizando precisamente en esa diferencia física, emocional, anatómica,
intelectual y política frente al hombre.
En consecuencia, la figura femenina
termina siendo el constructo masculino que la somete de nuevo a una
reclusión doméstica. Es
importante aclarar que el discurso de la desigualdad entre hombres y mujeres
fue el origen precisamente de otras voces, aunque minoritarias, que proclamaban la igualdad de ambos sexos y
el resurgir femenino que se desarrollará años más tarde.
En
las pinturas de la ilustración aparecen mujeres laboriosas, las cuales, se cultivan
en las artes o cualquier otro oficio que congracie a los hombres. Por
otra parte, el matrimonio es un motivo que aparece en el siglo XVIII, para ser
plasmado en las obras pictóricas.
Marquesa
de Santa Cruz. Francisco de Goya
La
boda. Francisco de Goya.
Joshua Reynolds (1723-1792). The Children of Edward Holden
Cruttenden
Las
manifestaciones artísticas nunca han sido ajenas a la realidad siempre han ido
de la mano, ya que una es inspiración de
la otra, se reconoce que a lo largo de la historia han habido evoluciones con
las técnicas de como plasmar aquello que
se captura por medio de los sentidos: la tridimensionalidad, luces y sombras,
textura, entre otros. Sin embargo, son pocas las obras artísticas anteriores a
la revolución francesa que reflejan la realidad caótica y desigual por parte de
la aristocracia y la religión. Los hechos mencionados da como resultado la
decadencia de la aristocracia y el resurgimiento de la clase burguesa, por
consiguiente, las nuevas ideas políticas revolucionarias trajeron al mundo una
nueva forma de ver la vida, otras oportunidades para la mujer, esto, solo era
una fachada para poder explotar más a hombres y mujeres en el nuevo mundo
industrial.
Este
discurso de la revolución francesa enaltece la figura de la mujer: la idealista,
la revolucionaria, la luchadora, la
heroína, la trabajadora y la mujer igual al hombre. “Liberté, égalié,
fraternite”[5]
unió a los hombres y las mujeres para luchar juntos en contra de la diferencia
de clases sociales, esto, no le dio a la mujer completa libertad y autonomía
pero si fue uno de los grandes pasos para la lucha y la igualdad de género.
La
libertad guiando al pueblo
Eugène
Delacroix
Lo
paradójico de la revolución francesa es que si bien promulga la libertad y da pasó
a la revolución industrial, la mujer que era la heroína se convierte en uno más
de los obreros de las fábricas. Es difícil hablar del canon de belleza femenino
de esta época no porque no exista, sino, por las fuertes contradicciones
políticas y económicas de la época, ya que, se promulgaba unos principios y se hacían
otros, se hablaba de la igualdad pero de nuevo se marcaba la desigualdad, se
hablaba de dignidad y se vivía en humillación, se hablaba de riqueza y abundaba
la pobreza, se hablaba de condiciones justas de trabajo e imperaba la
esclavitud, se habla de igualdad de género y regía la opresión y el machismo.
La añoranza de la mujer con valores, virginal, obediente, dedicada y de la casa
todavía se promulga en los siglos XIX y XX gracias a instituciones religiosas y
conservadoras estas nunca dejaron de tener poder, solo, bajaron el perfil y se
contrapusieron aquellas ideas liberales promulgando que el cambio es malo y que
la gente del pasado era mucho mejor de lo que se vive ahora, todo un discurso para
conservar el poder que ellos han forjado en toda la historia.
“En el siglo XIX crece el
número de mujeres dedicadas al arte y se afirma en la sociedad la idea de la
mujer artista, pero es un siglo de grandes contradicciones pues, si bien la
mujer va adquiriendo derechos sociales, laborales, económicos, por otro lado el
restrictivo modelo femenino victoriano relega a la mujer al papel de esposa,
madre y ángel del hogar.”[6]
Los
cambios significativos en el arte es que en los siglos XIX y XX es
consolidación de las vanguardias y en el caso de los sexos las primeras mujer
como artistas. Es importante reconocer que en estas sociedades modernas
producto de las revoluciones el tema de la educación era muy delicado, puesto
que, no todos los miembros de la sociedad “debían” educarse y darle la
oportunidad a la mujer de subir de nivel académico y laboral era un arma de
doble filo, su ventaja era la implementación de personal mas capacitado para la
producción y su desventaja desde un punto de vista machista es que la
mujer estaba en condiciones de igualdad
con el hombre. Este cambio no se iba dar de la noche a la mañana, la educación
que recibía la mujer estaba más dirigida al hogar y a los textiles. La sociedad
imperante no presta mucha atención al mundo del arte y a la mujer subvalorada
en sus capacidades le permiten inmiscuirse en esta actividad dándole un medio
en donde ella puede manifestar todo lo que sabe y siente. Las universidades y escuelas de arte reservados
a este cambio permiten que mujeres estudien ciertas carreras y con una
matrícula más costosa comparada con los hombres.
La
mujer alcanza en el siglo XX un lugar en los terrenos sociales y políticos
similares al hombre; en occidente adquirieron derechos legales y
reproductivos, en consecuencia, lograron
alcanzar una educación de más alto rango e incluso posiciones sobresalientes en
las empresas. No obstante, a pesar de recoger muchos frutos en el terreno de la
igualdad de género la belleza sigue dictada por patrones externos a la naturalidad
y nuevamente la libertad femenina vuelve a ser encarcelada en lo que es la
representación de la belleza actual. “…La belleza, es un modelo cambiario como
el patrón del oro. Como cualquier economía, está determinada por la política y
en la era moderna occidental es el último y mejor de los sistemas de creencias
que mantiene intacta la dominación masculina. Al asignar valor a las mujeres en
una jerarquía vertical de acuerdo a una norma física impuesta culturalmente, se
expresan relaciones de poder en las cuales las mujeres deben competir por los
recursos que los hombres se han apropiado.”[7]
La
figuración de la mujer en el arte de
finales del siglo XIX y el siglo XX continúa
siendo una representación androcéntrica que obedece a los estereotipos y al desconocimiento
de ella llevando a plasmar una ideal de belleza a partir del deseo e inclusive
desde el temor de lo que para ellos no debería ser una mujer. Un ejemplo claro es descrito por el autor
Michelle Perrot[8]
al analizar la obra la danza de la vida de Eduard
Munch (1899 – 1900 ) en su obra Muestra las tres etapas por las cuales una mujer
pasa, desde el deseo primario de la
mujer virginal hasta el desdén absoluto
en su madurez por parte del hombre. Es de anotar también, que en muchas de las
obras por el florecimiento de la prostitución en las grandes ciudades y el deseo sexual asociado al erotismo
plasmaron mujeres con el estereotipo de meretrices.
La danza de la vida
de Eduard Munch (1899 – 1900)
Woman Pulling up Her Stockings Gran desnudo
americano Tom Wesselmman (1970)
Henri De Toulouse-Lautrec (1864-
1901)
La historia de la mujer en el arte nos lleva a varias
conclusiones, la más importante es que la belleza de la mujer como en otros
aspectos es una construcción cargada de valores, ideologías y de costumbres que
predominan en una sociedad; dándole a la belleza propiedades innaturales, ya
que, si fuera natural sería el mismo canon de belleza para todos sin importar
la época. Como ya lo mencionamos, la belleza defiende culturas e ideologías por
este motivo muchas mujeres siguieron estas reglas de belleza para ser admitidas en la sociedad puesto que
de no hacerlos serían excluidas y en el peor de los casos asesinadas.
La belleza se ha movido desde dos planos el material y el
espiritual, el primero se configura en
formas, siluetas, rasgos y texturas siendo más fácil de captar por medio de los sentidos. En
segunda medida el plano espiritual hace referencia a la verdadera belleza en la cual está dios en
el control de sus ideas bondadosas, la castidad y la obediencia; La humanidad,
entonces, se inclina a ideas muy
conservadoras negando la belleza captada por medio de los sentidos – atribuida
al demonio ya que emanaba el pecado. Como en el mito de Atlas el titán que
cargaba en su espalda el peso del mundo a las mujeres les toco cargar el peso
de las ideas religiosas, para posterior a ellos encontrar una libertad la cual
en realidad no era más que una mudanza
de paradigma, cambiar un opresor por otro.
La lucha por la igualdad tomaría mucho tiempo y sacrificios,
gracias al arte encontramos un registro histórico de lo que ha sido la
evolución de la mujer y sus diferentes significados, una herramienta, una
manifestación y un recurso para la lucha en búsqueda de la igualdad. Para
finalizar la belleza es transmutada y cambia de acuerdo a la época; respondiendo a unas necesidades propias del tiempo y el espacio.
Como en el mito de Helena muchos hablaran de ella, querrán tenerla y al
encontrarla ya perderá todo fin y propósito… se
buscará en otra parte a otra Helena.
Bibliografía
·
Eckhart, Maestro., El fruto de la nada y otros escritos. Editorial ciruela. España 236 págs.
·
Perrot, Michelle. La mujer
en el discurso europeo del siglo XIX, Taurus, Madrid 1993.
·
Rousseau, Jean-Jacques. El
Emilio o La Educación. Editorial Porrúa. España 500 págs.
·
Umberto
Eco. Arte y belleza en la estética medieval. Editorial de bolsillo. España 272 págs.
·
Wolf, Naomi,
el mito de la belleza. Editorial Salamandra.
España. 1992 Págs. 384.
Cibergrafía
[2] Eckhart, Maestro., El
fruto de la nada y otros escritos.
[3] El Emilio o La Educación de
Jean-Jacques Rousseau
[4]
Ibídem
[5]
“Libertad, Igualdad, Fraternidad” Principios rectores de la revolución
francesa.
[7] El Mito de la belleza. Naomi Wolf.
[8] “La mujer en el discurso europeo del siglo
XIX” Michelle Perrot.
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